Ser una reconocida creativa en la industria de la indumentaria, ofrecer belleza y elegancia a través de los tejidos era el sueño que Olga Garay guardaba en su corazón desde su niñez, pero con el paso del tiempo, la joven no era más que una soñadora, pues llevaba años desempeñándose como cajera, hasta que un día se vio obligada a renunciar y fue cuando descubrió que estaba destinada al diseño de carteras.
“Cuando niña junto a mi prima jugábamos a crear nuestras propias prendas, ser diseñadoras, era nuestro sueño pero la vida nos guió para otro lugar. Comencé a trabajar, asumí el desafío de ser mamá, no obstante en el fondo siempre estuvo esas ganas de incursionar en algo relacionado a la moda y me adentré en la compra-venta de carteras, pero jamás me imaginé que terminaría fabricándolas», expresa entre risas.
Ya con una familia formada, en un momento Olga se vio ante lo que pareciera un infortunio, mudarse de hogar y renunciar a su trabajo por la lejanía. Ante la falta de un nuevo empleo, la joven decidió ir a practicar y ayudar a su suegra costurera, y quien diría, ese fue el primer paso de la quien hoy diseña su propia marca de carteras.
“Necesitaba generar un ingreso extra para la casa, no podía quedarme de brazos cruzados, y entonces decidí trabajar con mi suegra, comencé poniendo cierres, luego un día cuando le llevaba a mi hija a la escuela, decido estudiar costura. Como mi sueño era diseñar prendas empecé a hacerlas pero al final me di cuenta que no era lo que quería, había sido lo que me encantaba era fabricar carteras», resalta.
Con tan solo una máquina de coser y el deseo de superación, se aventuró a crear diseños de carteras. Tras investigaciones sobre los materiales y varias prácticas, Olga conseguía que sus carteras llamaran la atención de las mujeres.
Hace 3 años, Olga Garay lanzaba su marca Megaluma, nombre conformado por las iniciales de sus 4 niños. Hoy desde un pequeño espacio de su casa esta madre innovadora cumple con sus pedidos de carteras, bolsos, mochilas y cartucheras. Además también ofrece productos de poyvi.
«El riesgo de fracasar forma parte de la vida, y hay momentos en que sentimos que no podremos llegar a la meta y queremos retroceder, llora, grita, zapatea, pega la pared, pero nunca desistas de tus sueños, porque si otras pudieron tú también lo puedes», reflexiona la emprendedora.
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